domingo, 15 de diciembre de 2024

MITOLOGIAS: El Jardin del Eden

El Jardín del Edén: ¿Un lugar real en Google Maps? MILLONES DE AÑOS DE HISTORIA Y AÚN HAY GENTE QUE CREE EN FANTASÍAS...


Según el relato bíblico, el Jardín del Edén no es un concepto metafórico, sino un lugar terrenal muy concreto, regado por ríos reales que todavía existen. En efecto, la Biblia ubica al Jardín del Edén en un espacio físico de la Tierra; lo describe como un huerto exuberante regado por cuatro ríos que todavía se pueden identificar en la geografía actual: el río Pisón, que según se detalla, rodeaba toda la tierra de Havila (Arabia); el río Gihón, que habría rodeado toda la tierra de Cus (Etiopía); el río Hidekel (o río Tigris), que estaría al oriente de Asiria, y el río Éufrates, que junto al Tigris define la zona históricamente conocida como Mesopotamia (Génesis 2:10-14).

Se trata, pues, de una región del Oriente Medio bastante amplia, que abarcaría varios países actuales: el Tigris (Hidekel) y el Éufrates fluyen a través de lo que hoy son Irak, Siria, y Turquía; el Gihón rodea la "tierra de Cus", que tradicionalmente se ha interpretado como Etiopía o el noreste de África, pero podría referirse al sur de la península arábiga, lo que abarcaría partes de Yemen o de Omán, y el Pisón rodea la "tierra de Havila", que se ha asociado con la península arábiga, donde están Arabia Saudita y Omán, aunque su ubicación es incierta porque podría tratarse de un río desaparecido o mitológico.

Así que, en términos de países actuales, el Jardín del Edén, según la descripción bíblica, abarcaría partes de Irak (Mesopotamia), Siria, Turquía (parte suroriental), Arabia Saudita, Omán, Yemen, y posiblemente áreas de Etiopía o Sudán, si se toma la interpretación tradicional de Cus. Pero si consideramos los ríos principales de la región, Tigris y Éufrates, se diría que más precisamente el Jardín del Edén se encontraría en la Mesopotamia, es decir, en el actual territorio de Irak, Siria, Turquía e Irán. Sin embargo, el núcleo principal de la antigua Mesopotamia, era Irak, donde se encuentran ciudades emblemáticas como Ur, Nínive, y Babilonia. Recordemos que Ur era la ciudad origen de Abraham, pues en Génesis 11:28-31, se dice que Abraham y su familia vivían en "Ur de los caldeos" antes de emigrar a Harán y luego a Canaán. O sea que Abraham, el patriarca de las tres principales religiones monoteístas, hoy sería considerado iraquí. Y la tradición bíblica identifica a "Babel", donde se construyó la famosa torre, con la antigua ciudad de Babilonia. Así que sospechamos que el núcleo del Jardín de Edén (como foco origen del relato bíblico) corresponde más precisamente al actual Irak.

Como sea, estamos hablando de una región del planeta completamente conocida, donde “Dios”, según la Biblia, habría creado a todos los animales y plantas, y de la tierra de esta región habría tomado polvo para crear al primer hombre (Génesis 2:7), y es allí donde al primer hombre le habría quitado una costilla para crear a la primera mujer (Génesis 2:22). Sí, todo eso habría ocurrido en ese lugar, en el Cercano Oriente, más precisamente en la zona de Mesopotamia, y muy probablemente en el actual Irak. ¿El ADN de nuestra especie habría tenido su origen en el polvo iraquí?

Y es allí también, en esa región, donde la Biblia menciona la ubicación de los dos árboles más trascendentales para el ser humano: “el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9). Y fue del “árbol de la ciencia del bien y del mal” que “Dios” ordenó a Adán y Eva que no comieran, porque el día que lo hicieran, dejarían de vivir (Génesis 2:17). La primera amenaza de quitarle la vida a alguien, y justamente hecha por “Dios”. Pero la serpiente astuta convenció a Eva de que el fruto de ese árbol era bueno, y que gracias a él alcanzarían sabiduría, y por eso lo comió, dando de él a su marido Adán (Génesis 3:6).

También según la Biblia, ante la desobediencia de esa primera pareja (lo que se convirtió en el “pecado original”), “Dios” los expulsó a ambos de ese lugar, “y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3:23-24). De esa manera “Dios” restringió el acceso al Jardín de Edén, asegurándose de que ningún humano volviera a entrar al huerto (Génesis 3:23-24). ¿Por qué esa mezquindad? … Pero, si tomamos esta narración tal como se describe, esto significa que hoy en día, en algún punto de la geografía del Cercano Oriente (¿acaso en Irak?), deberíamos tener evidencia de dicho jardín y sus alados custodios celestiales, que todavía estarían allí, impidiendo el acceso a los humanos.

Pero, ¿dónde están los querubines y la espada flamígera que se revuelve por todos lados? A estas alturas del desarrollo humano, uno pensaría que ya habríamos encontrado ese lugar tan especial. En una región que está más que explorada por arqueólogos, geólogos y turistas. Con nuestra tecnología actual, el Jardín del Edén debería aparecer fotografiado por satélites y disponible en Google Maps. De hecho, si tal jardín todavía existiera, habría seguramente videos de drones sobrevolando el lugar, intentando captar imágenes de los querubines y la temible espada encendida que se revuelve por todos lados. Y por supuesto, sería el destino turístico más codiciado del planeta.

Pero además, si existiera algo tan grandioso e inestimable como el árbol de la vida, no pasaría desapercibido para las potencias mundiales. Imagina las disputas geopolíticas: movilizaciones de tropas para acceder a los frutos del árbol que garantiza la inmortalidad, científicos queriendo analizar el ADN del árbol de la vida y ensayar injertos entre ambos árboles, cultivadores clandestinos deseando producir semillas de ambos árboles para comercializarlas. Obviamente, los frutos del Edén serían el producto más exclusivo del mercado.

Pero algo irónico de esta narración es que, según el propio relato bíblico, Adán y Eva comieron del árbol prohibido y adquirieron “sabiduría” (que al parecer no heredamos sus descendientes, sólo el pecado). Y como el castigo era hereditario, ya todos hemos nacido condenados. Entonces, ¿qué problema habría en comer más frutos? ¿Por qué no dejar que la humanidad acceda libremente al jardín? En cuanto al árbol de la vida, uno pensaría que “Dios” debería haber destruido el Edén para evitar estos problemas. Pero no, optó por una solución digna de un cuento de hadas: querubines y una “espada encendida que se revolvía por todos lados”. ¿Habrá construido también un cerco en todo el perímetro del terreno, con altas medidas de seguridad?

En fin, si el Jardín del Edén fuera real, la región de Mesopotamia estaría repleta de turistas, drones, científicos y fuerzas militares intentando obtener lo que queda de su flora. Pero como sabemos, no hay ningún rastro del Edén, ni de los árboles maravillosos, ni de los querubines, ni de la “espada encendida”. Aunque la Biblia lo describe como un lugar físico con una ubicación bastante definida, parece que se desvaneció como por arte de magia.

¿No será, más bien, que éste es otro de esos relatos míticos que reflejan las limitaciones de las sociedades primitivas para explicarse el mundo? A fin de cuentas, si el Edén existiera, no sólo lo encontraríamos en Google Maps, sino que sería un sitio de peregrinación para toda la humanidad, con un altísimo desarrollo turístico. Y los terrenos colindantes tendrían la más alta plusvalía del planeta. ¡En fin! ¡Mejor regresemos ya a la realidad!


El poder para aceptar la realidad es TUYO!

...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La soberbia del ser humano se refleja en sus religiones

La arrogancia de los creyentes de las religiones abrahámicas, que se consideran el pináculo de la creación, es una actitud que refleja un pr...