jueves, 9 de enero de 2025

La soberbia del ser humano se refleja en sus religiones

La arrogancia de los creyentes de las religiones abrahámicas, que se consideran el pináculo de la creación, es una actitud que refleja un profundo antropocentrismo que distorsiona nuestra comprensión de la historia evolutiva y del lugar que ocupamos en el universo. Al afirmar que están hechos a imagen y semejanza de un supuesto creador del cosmos, estos creyentes se otorgan a sí mismos un estatus especial que niega o ignora la vasta diversidad de la vida y de las formas humanas que han existido antes de nosotros. Pero esta visión no sólo es despectiva hacia las demás criaturas, sino que también es una negación de nuestra propia historia evolutiva.


El Homo naledi, por ejemplo, nos ofrece una lección de humildad. Descubierto en las cuevas Rising Star en Sudáfrica, esta especie vivió hace entre 241.000 y 335.000 años, y practicaba rituales que muchos creerían exclusivos de los Homo sapiens, como enterrar a sus muertos de manera deliberada y simbólica. El hecho de que una especie con un cerebro mucho más pequeño que el nuestro (del tamaño de una naranja) pudiera desarrollar este tipo de comportamientos complejos, desafía la noción de que sólo los humanos modernos poseen la capacidad de reflexión y simbolismo en torno a la vida y la muerte. Los entierros del Homo naledi, al menos 100.000 años más antiguos que cualquier otro registrado entre los Homo sapiens, son un claro testimonio de que la conciencia sobre la muerte y los rituales asociados no son privilegio de nuestra especie.

Sin embargo los creyentes de las religiones abrahámicas, con su visión antropocéntrica, ignoran estas realidades. Ni siquiera mencionan a estos homínidos en los relatos creacionistas de sus libros sagrados. El dios de ellos los ignoró por completo, igual que a los dinosaurios. En el huerto del Edén, donde “Dios” puso al Homo sapiens que recién había creado (Génesis 2:8), no puso a los neandertales, ni a los denisovanos, ni al Homo naledi, ni a ninguno de los otros homínidos prehistóricos. ¿Será que a ellos los creó otro dios?… Para estos arrogantes creyentes, el universo entero fue creado exclusivamente para el homo sapiens sapiens, con el propósito de que existieran y dominaran sobre todas las demás formas de vida. Pero esta mentalidad, que desprecia la evidencia científica de la evolución y la diversidad de especies humanas, no sólo es soberbia, sino también profundamente errónea. El Homo naledi, al igual que otras especies humanas extintas, demuestran que el comportamiento "humano" no es una característica exclusiva del Homo sapiens. Es más, si estos homínidos desarrollaron sus propios rituales y sistemas simbólicos, ¿quién puede afirmar que no creyeron en entidades sobrenaturales diferentes a las que hoy adoran los seguidores del judaísmo, cristianismo o islam?

Sin duda este tipo de pensamiento común entre las religiones abrahámicas, no sólo descarta el valor de otras especies humanas, sino que también revela una arrogancia suprema al asumir que un supuesto creador del universo, una entidad que habría diseñado galaxias, sistemas solares y la vida misma en una escala inimaginable, estaría obsesivamente pendiente de cada uno de los individuos humanos, siguiendo sus vidas, recompensando o castigando sus acciones. Y esta soberbia, enmarcada en una visión egocéntrica del cosmos, desestima la insignificancia relativa del ser humano dentro del vasto universo.

Es más, al ignorar que otras especies como el Homo naledi practicaban rituales, estos creyentes pasan por alto una de las verdades más incómodas: que no somos tan especiales como nos gusta pensar. Si los entierros rituales y los grabados simbólicos existieron entre especies extintas, esto sugiere que la capacidad para desarrollar sistemas simbólicos y creencias sobre el más allá no es un don divino exclusivo de los Homo sapiens. ¿Acaso el Homo naledi también tenía su propio concepto de un ser superior? ¿O acaso es hora de admitir que tales creencias y rituales son construcciones humanas, productos de la evolución social y cultural, no de una intervención divina?

Sin duda el legado del Homo naledi nos invita a reevaluar lo que significa ser un humano. Definitivamente no somos el punto culminante de ninguna creación, sino una especie más dentro de un vasto árbol genealógico, que incluye a otras formas humanas que, como nosotros, intentaron comprender su mundo y lidiar con la inevitable realidad de la muerte. La arrogancia antropocéntrica de las religiones abrahámicas no sólo es un insulto a nuestra historia evolutiva, sino también una barrera que nos impide reconocer que, en el gran esquema del universo, nuestra existencia no es ni central ni indispensable.

El poder para encontrar la verdad es tuyo!


Créditos: Redes sociales

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miércoles, 8 de enero de 2025

Por qué hay algo en vez de nada

¿Por qué hay algo en vez de nada?


Esta es una pregunta que ha fascinado y desconcertado a filósofos, teólogos y científicos durante siglos. A primera vista, parece una cuestión profunda que nos invita a explorar el origen del universo y la esencia de la existencia misma. Sin embargo, al examinarla críticamente, descubrimos que parte de una premisa defectuosa: la suposición de que “la nada” podría existir o haber existido alguna vez. Pero desde la perspectiva de la física moderna, la “nada” es inconsistente con la realidad del universo.

“La nada” no es más que un concepto abstracto creado por la mente humana para facilitar el razonamiento. Matemáticamente lo asociamos con el cero, y en teoría de conjuntos con el conjunto vacío. Pero estas herramientas conceptuales no corresponden a una realidad física. Nadie ha experimentado la nada, porque no puede experimentarse. La nada, definida como ausencia total de existencia, no existe ni puede existir. Si existiera, dejaría de ser ausencia total de existencia; dejaría de ser “nada” para convertirse en “algo”. Incluso “algo” sobre lo cual también podríamos preguntarnos su origen; diríamos: “¿Qué originó la nada?”, y así hasta un infinito absurdo de supuestas causalidades.

Igual que la noción de “Dios”, la idea de la nada no pasa de ser una abstracción que carece de evidencia y de una definición clara que la haga operativa en el ámbito científico, en el ámbito de la realidad. Y esto nos lleva a cuestionar la validez de preguntas como: “¿Puede algo surgir de la nada?” o “¿Por qué existe algo en lugar de nada?”. Si la nada es sólo un concepto sin existencia real y sin posible existencia, no tiene sentido formularnos sobre ella ninguna pregunta correspondiente a la realidad; ni tiene sentido plantearnos si algo pueda o deba surgir de ella.

A partir de los avances en cosmología y física cuántica, hoy sabemos que lo que alguna vez se pensó que era vacío absoluto no está realmente vacío. Incluso en regiones del espacio donde parece no haber materia, siempre hay fluctuaciones cuánticas: partículas que aparecen y desaparecen a escalas de tiempo extremadamente pequeñas. Por tanto, este “vacío cuántico” tampoco es la nada; es un estado dinámico lleno de actividad.

Además, la relatividad general nos muestra que el espacio mismo no es un “vacío” inerte, sino un tejido con propiedades físicas, energéticas y geométricas. La materia oscura y la energía oscura, que constituyen aproximadamente el 95% del universo, residen en ese “espacio vacío”, dándole estructura y dinámica. Por lo que en este contexto, hablar de “nada” es simplemente erróneo: no existe un lugar en el universo donde la nada sea una realidad.

Por otra parte, se ha considerado erróneamente al Big Bang como el inicio de todo, como el paso desde la nada hasta la realidad. Así como cuando “Dios” saca de la nada todo lo que existe, pronunciando ciertas palabras mágicas. Pero el modelo del Big Bang lo que describe es cómo el universo observable evolucionó desde un estado extremadamente denso hasta su forma actual. No explica por qué o cómo comenzó ese estado inicial. Más aún, el Big Bang no implica un inicio absoluto, ya que conceptos como “antes” pierden sentido sin un marco temporal. Según la relatividad general, el tiempo y el espacio están entrelazados, y ambos surgieron tal como los entendemos hoy en el Big Bang. Por tanto, como sin tiempo no puede hablarse de un “antes” del Big Bang, tampoco puede hablarse allí de causalidad.

Algunos físicos como Lawrence Krauss, han argumentado que el universo podría haberse originado a partir de fluctuaciones cuánticas, con energía total igual a cero, gracias a la compensación entre la energía positiva de la materia y la energía negativa de la gravedad. Pero esta hipótesis tampoco requiere de un creador ni parte de una “nada” absoluta, sino de leyes físicas y condiciones que permiten tales fluctuaciones.

Por otra parte, la conservación de la energía expresada en la Primera Ley de la Termodinámica, nos dice que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, lo cual sugiere que, de alguna forma, el universo (o la energía que lo constituye) siempre ha existido. Antes del Big Bang, el universo habría estado en una forma diferente (sin tiempo ni espacio), regido por leyes físicas que ni siquiera comenzamos a imaginar. Pero ante ese desconocimiento nuestro, la respuesta no es “Dios”: ese comodín que ha utilizado la mente humana cuando la abruma lo desconocido.

Mientras que la idea de un multiverso —una colección infinita de universos con diferentes propiedades— amplía aún más nuestras posibilidades. Si el multiverso existe, entonces nuestro universo es sólo una manifestación de un conjunto eterno de posibilidades, eliminando la necesidad de un creador externo.

Por tanto, la pregunta de “¿Por qué hay algo en vez de nada?”, pierde sentido cuando entendemos que la nada es sólo un concepto sin existencia real. El universo existe porque no hay alternativa lógica: la no-existencia no puede ser una opción, ya que no tiene propiedades ni posibilidad de manifestación. La ciencia, lejos de requerir explicaciones sobrenaturales, nos permite comprender el universo como eterno y autosuficiente, sin necesidad de un creador ni de un comienzo absoluto. Pero en última instancia, la verdadera maravilla no radica en responder por qué hay algo, sino en seguir explorando cómo funciona todo lo que existe.


Créditos: Redes sociales

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martes, 7 de enero de 2025

Atentado contra Charlie Hebdo: 10 años

La revista satírica francesa Charlie Hebdo conmemora el décimo aniversario de los atentados terroristas perpetrados en su sede de París con un concurso de viñetas en el que se piden propuestas que se burlen de Dios.


¿Cómo deben satirizar los caricaturistas al Todopoderoso? Para conmemorar a las víctimas del atentado terrorista de 2015 en su redacción, la revista satírica francesa Charlie Hebdo organizó un concurso titulado #MockingGod, cuyos ganadores se anuncian este 7 de enero.

Se convocó a caricaturistas y dibujantes profesionales de prensa a dibujar "la caricatura más mala y divertida sobre Dios", con el propósito de publicar las ganadoras.

El concurso marca el décimo aniversario de la masacre ocurrida en la redacción de la revista el 7 de enero de 2015. Doce personas, entre ellas 8 miembros del equipo editorial de Charlie Hebdo, fueron asesinadas por extremistas islamistas.

La revista satírica estaba en el punto de mira porque se había burlado repetidamente del profeta Mahoma. Entre los que perdieron la vida se encontraban algunos de los caricaturistas más famosos de Francia, como Cabu, Charb y Wolinski.


La libertad de prensa, atacada...

Los asesinatos de Charlie Hebdo se consideraron un ataque a la libertad de prensa y a la libertad de expresión en general. El lema "Je suis Charlie" (Yo soy Charlie) fue tendencia en todo el mundo. Pero también provocó una reacción violenta por parte de algunos que consideraban que la publicación iba habitualmente demasiado lejos.

Una década después del atentado, algunos observadores afirman que la necesidad de los caricaturistas y su capacidad para generar risas -aunque sean polémicas- es mayor que nunca debido a la represión de la libertad de expresión en todo el mundo.

"Observamos la situación de los caricaturistas en cualquier parte del planeta, y debo decir que la tendencia es realmente mala", afirmó el caricaturista Patrick Lamassoure, conocido por el seudónimo KAK. "China, Rusia, Irán, India, Indonesia, Malasia y Brasil, entre otros; la mayoría de la población mundial vive en países donde hay censura de prensa y los caricaturistas son a menudo atacados y amenazados".

Lamassoure es el presidente de Cartooning for Peace, una red internacional de caricaturistas de prensa "que utilizan el humor para luchar por el respeto de las culturas y las libertades".

Charlie Hebdo pedía propuestas a "todos los que están hartos de vivir en una sociedad dirigida por Dios y la religión", decía la página web del concurso de 2025.

Aunque los resultados podrían causar más controversia, Lamassoure, cuya red organiza en enero una serie de actos dedicados a Charlie Hebdo, está totalmente a favor. "Me parece estupendo porque es algo que Charlie Hebdo habría hecho, aunque nadie les hubiera atacado", declaró a DW.


La larga historia de la caricatura política en Francia...

En Francia, las caricaturas políticas ganaron popularidad tras la Revolución Francesa, cuando los caricaturistas denunciaban los abusos de poder. Desde entonces, la tradición de las caricaturas antirreligiosas se ha mantenido fuerte en Francia. "La caricatura representa la capacidad de los ciudadanos de mirar a los ojos a nuestros dirigentes y decirles 'vemos lo que estáis haciendo y podemos reírnos de vosotros'", afirma Lamassoure.

Desde su fundación en 1970, la revista Charlie Hebdo es conocida por poner a prueba los límites de lo que se puede y no se puede decir según las leyes francesas contra la incitación al odio. Charlie Hebdo no sólo se burla del islam, sino también del cristianismo y del judaísmo.

Según la legislación francesa, mientras no se incite a la violencia y se proteja a las minorías, está permitida la burla de la religión.


¿Cuándo se va demasiado lejos?

Aunque las caricaturas molesten a algunas personas, Lamassoure sostiene que sólo la ley puede decidir lo que es aceptable. "Porque cualquier cosa que diga y haga puede molestar a alguien - cualquier cosa. Y el único límite puede ser la ley, porque en la ley estamos todos de acuerdo", dijo.

Pero incluso antes de 2015, la revista ganó notoriedad por caricaturas que, según los críticos, cruzaban la línea del fanatismo, y fue objeto de ataques. Poco después de que Charlie Hebdo publicara una edición falsa "editada por el profeta Mahoma", una bomba incendiaria dañó el edificio que albergaba la revista en 2011. "Si la gente se enfada porque no le gusta lo que dices, está bien, es la libertad de expresión, siempre y cuando no infrinjas ninguna ley", dijo Lamassoure.


La responsabilidad de burlarse de los que están en el poder...

Pero todavía hay gente dispuesta a infringir la ley para expresar su objeción a la expresión artística legalmente protegida de Charlie Hebdo. Esto significa que el personal de la revista en París tiene que trabajar en sitios secretos estrictamente vigilados. Algunos empleados también permanecen bajo protección policial.

Según Cartooning for Peace, Francia es uno de los últimos bastiones que mantienen viva la sátira. Ningún tema -incluida la religión- está fuera de los límites. "No quedan muchos países en los que uno pueda reírse de lo que quiera sin ser amenazado por ello", afirma Lamassoure.

Siente la "responsabilidad de mantener esa llama encendida" porque reírse de la gente que detenta el poder es una "necesidad fundamental de las sociedades y una libertad muy importante". "Incluso la gente que critica a los caricaturistas necesita esa libertad", añade.

(gg/ers)

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𝐀𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐢𝐞 𝐇𝐞𝐛𝐝𝐨: 𝐔𝐧 𝐚𝐭𝐚𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐀𝐓𝐄𝐎𝐒 𝐞𝐧 𝐨𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞

La revista satírica francesa Charlie Hebdo conmemora el décimo aniversario de los atentados terroristas perpetrados en su sede de París con un concurso de viñetas en el que se piden propuestas que se burlen de Dios.

¿𝐃𝐞𝐛𝐞𝐫í𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 𝐛𝐮𝐫𝐥𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬?

La Asociación Peruana de Ateos (APERAT) responde firmemente NO y lucharemos por ese derecho en el Perú.

𝐍𝐎𝐒𝐎𝐓𝐑𝐎𝐒 𝐓𝐀𝐌𝐁𝐈É𝐍 𝐒𝐎𝐌𝐎𝐒 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐋𝐈𝐄!

Lea el articulo de la DW:


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domingo, 5 de enero de 2025

La batalla de los dioses

¿Es evidente la existencia de "Dios"?


En una discusión en redes sociales, un creyente afirmó con total seguridad que no necesitaba demostrar la existencia de "Dios", ya que, según él, "Dios es demasiado evidente". Pero, ¿realmente lo es? Si lo fuera, no estaríamos debatiendo este tema desde hace siglos, recurriendo a interminables argumentos filosóficos y malabarismos mentales, para intentar probar algo que sigue sin convencer a todo el mundo unánimemente; algo que, al final, sigue sin evidencia. Tampoco habría necesidad de organizar debates sobre la existencia de algo tan obvio; nadie discute si el sol existe o si el agua moja. Tal debate sería absurdo y motivo de risa. Sin embargo, "Dios" permanece como una noción tan esquiva que ha generado miles de interpretaciones, cada una más variada que la anterior.

El problema de un “Dios” indefinido

Y es que el problema central de esta discusión es que no existe una definición universalmente aceptada de "Dios" [1]. En el mundo occidental, "Dios" suele referirse a la deidad bíblica, Yahvé o Jehová, pero esa noción no tiene validez universal. Por ejemplo los hindúes, que suman cerca de 1.200 millones de personas, tienen un panteón tan vasto, que algunos afirman que incluye 330 millones de dioses [2]. Y aunque esta cifra sea probablemente simbólica, refleja la diversidad y riqueza de su mitología, muy distinta del monoteísmo abrahámico.

Por otro lado el budismo, con unos 520 millones de seguidores, no postula un dios creador. Y en el islam, con 1.900 millones de fieles, encontramos una reinterpretación del dios bíblico, Alá, con marcadas diferencias respecto a las creencias cristianas. Así que entonces, ¿cómo podemos hablar de un "Dios evidente" cuando cada cultura y religión ofrece una visión diferente, o incluso opuesta?

Además, existe un porcentaje creciente de personas que no creen en ningún dios o son indiferentes al tema. Según el último estudio relevante del World Values Survey (2022), cerca del 22% de la población mundial se identifica como no religiosa o atea, un porcentaje significativo y en ascenso.

De hecho, incluso dentro de las religiones o entre los creyentes, las definiciones de "Dios" varían ampliamente: "Dios Trascendente", "Dios Amor", "Dios Naturaleza", "Energía Universal", "Supremo Controlador". Unas nociones abstractas que se utilizan para intentar reconciliar la idea de "Dios" con el conocimiento moderno, pero que no son universales ni evidentes. Más bien esta pluralidad de conceptos revela un esfuerzo desesperado por adaptar una idea arcaica a un mundo que la supera.

Un “Dios” que depende de la fe de los humanos

Por otra parte, es preciso preguntarnos: si "Dios" realmente existiera y quisiera relacionarse con nosotros, ¿por qué tendría que depender de un mecanismo tan profundamente subjetivo como la fe? ¿No sería más lógico que se manifestara de forma clara e inequívoca, como lo hacen las leyes naturales que podemos observar y medir? Pero en lugar de eso, parece que "Dios" juega al escondite, dejando la responsabilidad de encontrarlo a los humanos, mientras exige adoración y castiga cruelmente la incredulidad.

La contradicción del sufrimiento en el mundo

Y está ese gran problema del mal en el mundo. El sufrimiento innecesario que presenciamos, contradice cualquier idea de un dios todopoderoso y benevolente. Según la ONU, alrededor de 9.000 niños fallecen diariamente por causas evitables, y más de 800 millones de personas padecen hambre crónica. Esto, sin mencionar las enfermedades, los desastres naturales y el sufrimiento de los animales no humanos. Si algún dios omnipotente y perfectamente bueno existiera, ¿por qué permitiría tanto dolor? ¿Qué clase de "plan divino" justificaría el cáncer infantil o la inanición masiva?

Y está la ciencia, cada vez más evidentemente incompatible con la creencia en algún “Dios”

En realidad, con cada avance científico la noción de "Dios" se hace menos necesaria. Stephen Hawking afirmó que el universo puede explicarse sin la intervención de un dios, y los biólogos, desde Darwin, han demostrado que la diversidad de la vida es el resultado de la evolución, no de un diseño divino. La neurociencia por su parte, ha desmontado la idea de un "alma" separada del cuerpo, explicando los fenómenos mentales como procesos del cerebro. Incluso Michel Mayor, ganador del Premio Nobel de Física en 2019, concluyó que "para mí no hay sitio para Dios en el universo" [3].

¿Evidente? Más bien, innecesario

Así que, lejos de ser evidente, "Dios" es una idea cargada de ambigüedad, contradicciones y proyecciones humanas. Su persistencia refleja más nuestra necesidad psicológica de encontrar sentido en un universo indiferente, que la existencia de una entidad real. Si "Dios" fuera tan evidente como algunos afirman, no estaríamos escribiendo estas líneas.

Y tenemos el viejo tema de la carga de la prueba

Por cierto, un punto clave en esta discusión es la insistencia de algunos creyentes en que ellos no tienen que demostrar la existencia de "Dios", porque su existencia es obvia o evidente. Pero este es un claro ejemplo de invertir la carga de la prueba. En cualquier discusión racional, quien afirma algo extraordinario debe aportar pruebas extraordinarias. Y decir que "Dios" existe sin ofrecer evidencia, no es diferente de afirmar la existencia de unicornios invisibles, o duendes mágicos que reparan zapatos en secreto.

Además, apelar a la evidencia de "Dios" basada en la complejidad del universo o en aquello que aún no comprendemos, es cometer la falacia del argumento de la ignorancia: "no sabemos cómo surgió el universo, por lo tanto, debe haber sido un dios". Este razonamiento no sólo es ilógico, sino que detiene la búsqueda del verdadero conocimiento, reemplazando preguntas legítimas con respuestas simplistas.

Y entre más avanza la ciencia, más retrocede “Dios”

La ciencia ha demostrado que los fenómenos que antes atribuíamos a lo divino tienen explicaciones naturales. Desde los rayos que asustaban a los antiguos, hasta el origen de las especies, los avances en física, química, biología y cosmología, han despojado a "Dios" de sus supuestos dominios. Así que lo que queda ahora es una figura cada vez más reducida a un papel de comodín emocional o filosófico, sin relevancia práctica para entender el mundo.

Por ejemplo la teoría del Big Bang, respaldada por observaciones empíricas como la radiación de fondo de microondas, explica el origen del universo sin necesidad de un creador. De manera similar, la abiogénesis ofrece un marco plausible para entender el surgimiento de la vida a partir de compuestos químicos simples, sin intervención divina. E incluso conceptos más abstractos, como la moralidad, que muchos creen que se origina en "Dios", pueden explicarse como el resultado de la evolución social y biológica de nuestra especie.

Así que la fe, aparte de ser algo ilusorio, es negativa

La fe, entendida como la creencia en algo sin evidencia, no es ninguna virtud, sino más bien un peligro. La historia está llena de atrocidades cometidas en nombre de la fe, desde las cruzadas hasta los atentados autodestructivos de nuestra época. Creer sin cuestionar abre la puerta al fanatismo, y éste a su vez, genera sufrimiento innecesario. Si las religiones realmente promovieran la búsqueda de la verdad, estarían dispuestas a someter sus creencias a la misma crítica rigurosa que aplicamos a cualquier otra afirmación.

Por otra parte, la dependencia emocional de "Dios" para dar sentido a la vida, es un arma de doble filo. Por un lado, proporciona consuelo a quienes temen el fin de la vida o el vacío existencial; por otro, perpetúa la idea de que no podemos enfrentarnos a estas cuestiones por nosotros mismos, debilitando nuestra autonomía y capacidad para buscar respuestas genuinas.


¿Qué podemos concluir?

En fin, de todo lo anterior podemos concluir que la idea de "Dios" es, en última instancia, un producto de la mente humana, un constructo cultural que refleja nuestros miedos, deseos y limitaciones. Su persistencia no se debe a su evidencia, sino a su utilidad psicológica y social. Sin embargo, en un mundo cada vez más guiado por la razón y el conocimiento, la necesidad de este concepto se vuelve más obsoleta.
Por tanto, el asunto no es si "Dios" es evidente, sabemos que no lo es, sino por qué seguimos aferrándonos a una idea que ha demostrado ser innecesaria para entender el universo. Si realmente queremos progresar como especie, debemos dejar atrás esos mitos que nos encadenan al pasado, y abrazar la libertad de pensar críticamente. En palabras del astrónomo Carl Sagan: "Es mucho mejor comprender el universo tal como es realmente, que persistir en el autoengaño, por satisfactorio y reconfortante que éste sea."

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¡UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS!


En la imagen de esta publicación vemos a un Dios que dice ser bondadoso, pero que le gusta divertirse viendo a niños muriendo de hambre, o sea, él si tiene derecho a comer hasta hartarse, pero los niños pobres no tienen ese derecho porque ese es el plan que él ha diseñado para millones de niños.

Conclusión, a la luz de los hechos, de existir un Dios, sería un egocéntrico sádico y egoísta, porque no quiere compartir ninguna de sus supuestas virtudes (perfecto, poderoso, inmortal, feliz, sabio, bondadoso) con nadie, pero la realidad anula toda esas supuestas virtudes, puesto que él dice ser bueno, pero crea lo malévolo. Afirma ser perfecto, pero crea lo imperfecto. Asegura ser sabio, pero crea la ignorancia. Afirma ser inmortal, pero crea lo mortal. Afirma ser feliz, pero crea el sufrimiento, etc.

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LOS DIOSES NACEN EN LA MENTE Y NO EN LA REALIDAD!


La palabra dioses (creadores de todo) no viene de la nada, alguien tuvo que inventarla ¿Quién o quiénes fueron?

Si los dioses fuesen reales, serían obvios como la luz, el aire, la luna, etc. y no necesitarían ser inventados como Alá (Dios solitario), Yavé (Dios triple), Shiva (Dios poliformo), Zeus (Dios con numerosa familia), etc. Ellos solo sirven para desunir a los humanos y enriquecer a los charlatanes religiosos.

¿Por qué los creyentes matan (cristianos en el pasado y musulmanes hoy) y torturan para imponer a sus Dioses? Se supone que el que tiene la verdad no necesita matar ni torturar a nadie para imponerla.

¿Sabes cuándo, cómo y por quienes se generó la idea de dioses por primera vez? Si no los sabes ¿por qué te metes a opinar de lo que desconoces?

Sí los Dioses existieran, no habría creyentes ni ateos; solo habría veneradores de Dioses reales.🤔

Los seguidores de los dioses (Shiva, Alá, Shangdi, Yavé, etc.) se acusan de venerar al falso y todos tienen la razón, ya que las creencias (duendes, hadas, dioses, demonios, etc.) son chismes falaces. Si los dioses fuesen reales, no serían creencias, sino certezas, puesto que en lo real no se cree, se conoce.

Hay que pensar antes de hablar, y siempre con conocimiento de causa; es decir, con las evidencias que te respalden, sino las tienes, simplemente admite que lo tuyo son conjeturas fantasiosas (duendes, hadas, dioses, demonios, etc.), sin ningún tipo de sustento.

NO ODIES AL SINCERO POR LA CRUDEZA DE SUS VERDADES, MEJOR CUÍDATE DEL HIPÓCRITA MANIPULADOR POR LA DULZURA DE SUS MENTIRAS, es decir, es mejor que te golpeen con la verdad, que te besen con la mentira. La verdad puede doler, pero hay que asumirla con coraje, responsabilidad y actitud positiva.

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El poder para creer y no creer es tuyo!


Créditos: Redes sociales

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La soberbia del ser humano se refleja en sus religiones

La arrogancia de los creyentes de las religiones abrahámicas, que se consideran el pináculo de la creación, es una actitud que refleja un pr...