En una discusión en redes sociales, un creyente afirmó con total seguridad que no necesitaba demostrar la existencia de "Dios", ya que, según él, "Dios es demasiado evidente". Pero, ¿realmente lo es? Si lo fuera, no estaríamos debatiendo este tema desde hace siglos, recurriendo a interminables argumentos filosóficos y malabarismos mentales, para intentar probar algo que sigue sin convencer a todo el mundo unánimemente; algo que, al final, sigue sin evidencia. Tampoco habría necesidad de organizar debates sobre la existencia de algo tan obvio; nadie discute si el sol existe o si el agua moja. Tal debate sería absurdo y motivo de risa. Sin embargo, "Dios" permanece como una noción tan esquiva que ha generado miles de interpretaciones, cada una más variada que la anterior.
El problema de un “Dios” indefinido
Y es que el problema central de esta discusión es que no existe una definición universalmente aceptada de "Dios" [1]. En el mundo occidental, "Dios" suele referirse a la deidad bíblica, Yahvé o Jehová, pero esa noción no tiene validez universal. Por ejemplo los hindúes, que suman cerca de 1.200 millones de personas, tienen un panteón tan vasto, que algunos afirman que incluye 330 millones de dioses [2]. Y aunque esta cifra sea probablemente simbólica, refleja la diversidad y riqueza de su mitología, muy distinta del monoteísmo abrahámico.
Por otro lado el budismo, con unos 520 millones de seguidores, no postula un dios creador. Y en el islam, con 1.900 millones de fieles, encontramos una reinterpretación del dios bíblico, Alá, con marcadas diferencias respecto a las creencias cristianas. Así que entonces, ¿cómo podemos hablar de un "Dios evidente" cuando cada cultura y religión ofrece una visión diferente, o incluso opuesta?
Además, existe un porcentaje creciente de personas que no creen en ningún dios o son indiferentes al tema. Según el último estudio relevante del World Values Survey (2022), cerca del 22% de la población mundial se identifica como no religiosa o atea, un porcentaje significativo y en ascenso.
De hecho, incluso dentro de las religiones o entre los creyentes, las definiciones de "Dios" varían ampliamente: "Dios Trascendente", "Dios Amor", "Dios Naturaleza", "Energía Universal", "Supremo Controlador". Unas nociones abstractas que se utilizan para intentar reconciliar la idea de "Dios" con el conocimiento moderno, pero que no son universales ni evidentes. Más bien esta pluralidad de conceptos revela un esfuerzo desesperado por adaptar una idea arcaica a un mundo que la supera.
Un “Dios” que depende de la fe de los humanos
Por otra parte, es preciso preguntarnos: si "Dios" realmente existiera y quisiera relacionarse con nosotros, ¿por qué tendría que depender de un mecanismo tan profundamente subjetivo como la fe? ¿No sería más lógico que se manifestara de forma clara e inequívoca, como lo hacen las leyes naturales que podemos observar y medir? Pero en lugar de eso, parece que "Dios" juega al escondite, dejando la responsabilidad de encontrarlo a los humanos, mientras exige adoración y castiga cruelmente la incredulidad.
La contradicción del sufrimiento en el mundo
Y está ese gran problema del mal en el mundo. El sufrimiento innecesario que presenciamos, contradice cualquier idea de un dios todopoderoso y benevolente. Según la ONU, alrededor de 9.000 niños fallecen diariamente por causas evitables, y más de 800 millones de personas padecen hambre crónica. Esto, sin mencionar las enfermedades, los desastres naturales y el sufrimiento de los animales no humanos. Si algún dios omnipotente y perfectamente bueno existiera, ¿por qué permitiría tanto dolor? ¿Qué clase de "plan divino" justificaría el cáncer infantil o la inanición masiva?
Y está la ciencia, cada vez más evidentemente incompatible con la creencia en algún “Dios”
En realidad, con cada avance científico la noción de "Dios" se hace menos necesaria. Stephen Hawking afirmó que el universo puede explicarse sin la intervención de un dios, y los biólogos, desde Darwin, han demostrado que la diversidad de la vida es el resultado de la evolución, no de un diseño divino. La neurociencia por su parte, ha desmontado la idea de un "alma" separada del cuerpo, explicando los fenómenos mentales como procesos del cerebro. Incluso Michel Mayor, ganador del Premio Nobel de Física en 2019, concluyó que "para mí no hay sitio para Dios en el universo" [3].
¿Evidente? Más bien, innecesario
Así que, lejos de ser evidente, "Dios" es una idea cargada de ambigüedad, contradicciones y proyecciones humanas. Su persistencia refleja más nuestra necesidad psicológica de encontrar sentido en un universo indiferente, que la existencia de una entidad real. Si "Dios" fuera tan evidente como algunos afirman, no estaríamos escribiendo estas líneas.
Y tenemos el viejo tema de la carga de la prueba
Por cierto, un punto clave en esta discusión es la insistencia de algunos creyentes en que ellos no tienen que demostrar la existencia de "Dios", porque su existencia es obvia o evidente. Pero este es un claro ejemplo de invertir la carga de la prueba. En cualquier discusión racional, quien afirma algo extraordinario debe aportar pruebas extraordinarias. Y decir que "Dios" existe sin ofrecer evidencia, no es diferente de afirmar la existencia de unicornios invisibles, o duendes mágicos que reparan zapatos en secreto.
Además, apelar a la evidencia de "Dios" basada en la complejidad del universo o en aquello que aún no comprendemos, es cometer la falacia del argumento de la ignorancia: "no sabemos cómo surgió el universo, por lo tanto, debe haber sido un dios". Este razonamiento no sólo es ilógico, sino que detiene la búsqueda del verdadero conocimiento, reemplazando preguntas legítimas con respuestas simplistas.
Y entre más avanza la ciencia, más retrocede “Dios”
La ciencia ha demostrado que los fenómenos que antes atribuíamos a lo divino tienen explicaciones naturales. Desde los rayos que asustaban a los antiguos, hasta el origen de las especies, los avances en física, química, biología y cosmología, han despojado a "Dios" de sus supuestos dominios. Así que lo que queda ahora es una figura cada vez más reducida a un papel de comodín emocional o filosófico, sin relevancia práctica para entender el mundo.
Por ejemplo la teoría del Big Bang, respaldada por observaciones empíricas como la radiación de fondo de microondas, explica el origen del universo sin necesidad de un creador. De manera similar, la abiogénesis ofrece un marco plausible para entender el surgimiento de la vida a partir de compuestos químicos simples, sin intervención divina. E incluso conceptos más abstractos, como la moralidad, que muchos creen que se origina en "Dios", pueden explicarse como el resultado de la evolución social y biológica de nuestra especie.
Así que la fe, aparte de ser algo ilusorio, es negativa
La fe, entendida como la creencia en algo sin evidencia, no es ninguna virtud, sino más bien un peligro. La historia está llena de atrocidades cometidas en nombre de la fe, desde las cruzadas hasta los atentados autodestructivos de nuestra época. Creer sin cuestionar abre la puerta al fanatismo, y éste a su vez, genera sufrimiento innecesario. Si las religiones realmente promovieran la búsqueda de la verdad, estarían dispuestas a someter sus creencias a la misma crítica rigurosa que aplicamos a cualquier otra afirmación.
Por otra parte, la dependencia emocional de "Dios" para dar sentido a la vida, es un arma de doble filo. Por un lado, proporciona consuelo a quienes temen el fin de la vida o el vacío existencial; por otro, perpetúa la idea de que no podemos enfrentarnos a estas cuestiones por nosotros mismos, debilitando nuestra autonomía y capacidad para buscar respuestas genuinas.
¿Qué podemos concluir?
En fin, de todo lo anterior podemos concluir que la idea de "Dios" es, en última instancia, un producto de la mente humana, un constructo cultural que refleja nuestros miedos, deseos y limitaciones. Su persistencia no se debe a su evidencia, sino a su utilidad psicológica y social. Sin embargo, en un mundo cada vez más guiado por la razón y el conocimiento, la necesidad de este concepto se vuelve más obsoleta.
Por tanto, el asunto no es si "Dios" es evidente, sabemos que no lo es, sino por qué seguimos aferrándonos a una idea que ha demostrado ser innecesaria para entender el universo. Si realmente queremos progresar como especie, debemos dejar atrás esos mitos que nos encadenan al pasado, y abrazar la libertad de pensar críticamente. En palabras del astrónomo Carl Sagan: "Es mucho mejor comprender el universo tal como es realmente, que persistir en el autoengaño, por satisfactorio y reconfortante que éste sea."
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¡UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS!
En la imagen de esta publicación vemos a un Dios que dice ser bondadoso, pero que le gusta divertirse viendo a niños muriendo de hambre, o sea, él si tiene derecho a comer hasta hartarse, pero los niños pobres no tienen ese derecho porque ese es el plan que él ha diseñado para millones de niños.
Conclusión, a la luz de los hechos, de existir un Dios, sería un egocéntrico sádico y egoísta, porque no quiere compartir ninguna de sus supuestas virtudes (perfecto, poderoso, inmortal, feliz, sabio, bondadoso) con nadie, pero la realidad anula toda esas supuestas virtudes, puesto que él dice ser bueno, pero crea lo malévolo. Afirma ser perfecto, pero crea lo imperfecto. Asegura ser sabio, pero crea la ignorancia. Afirma ser inmortal, pero crea lo mortal. Afirma ser feliz, pero crea el sufrimiento, etc.
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LOS DIOSES NACEN EN LA MENTE Y NO EN LA REALIDAD!
La palabra dioses (creadores de todo) no viene de la nada, alguien tuvo que inventarla ¿Quién o quiénes fueron?
Si los dioses fuesen reales, serían obvios como la luz, el aire, la luna, etc. y no necesitarían ser inventados como Alá (Dios solitario), Yavé (Dios triple), Shiva (Dios poliformo), Zeus (Dios con numerosa familia), etc. Ellos solo sirven para desunir a los humanos y enriquecer a los charlatanes religiosos.
¿Por qué los creyentes matan (cristianos en el pasado y musulmanes hoy) y torturan para imponer a sus Dioses? Se supone que el que tiene la verdad no necesita matar ni torturar a nadie para imponerla.
¿Sabes cuándo, cómo y por quienes se generó la idea de dioses por primera vez? Si no los sabes ¿por qué te metes a opinar de lo que desconoces?
Sí los Dioses existieran, no habría creyentes ni ateos; solo habría veneradores de Dioses reales.🤔
Los seguidores de los dioses (Shiva, Alá, Shangdi, Yavé, etc.) se acusan de venerar al falso y todos tienen la razón, ya que las creencias (duendes, hadas, dioses, demonios, etc.) son chismes falaces. Si los dioses fuesen reales, no serían creencias, sino certezas, puesto que en lo real no se cree, se conoce.
Hay que pensar antes de hablar, y siempre con conocimiento de causa; es decir, con las evidencias que te respalden, sino las tienes, simplemente admite que lo tuyo son conjeturas fantasiosas (duendes, hadas, dioses, demonios, etc.), sin ningún tipo de sustento.
NO ODIES AL SINCERO POR LA CRUDEZA DE SUS VERDADES, MEJOR CUÍDATE DEL HIPÓCRITA MANIPULADOR POR LA DULZURA DE SUS MENTIRAS, es decir, es mejor que te golpeen con la verdad, que te besen con la mentira. La verdad puede doler, pero hay que asumirla con coraje, responsabilidad y actitud positiva.
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El poder para creer y no creer es tuyo!
Créditos: Redes sociales
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